Tu presencia

 

 

 

Tu presencia



Es tu piel la dueña
de cada insomnio,
tus ojos me visten
de húmedas palabras.

Te recibo en lo oscuro,
mis puertas se abren
para ser el camino
de tus temblores.

No encontramos
para ser agua y sed
lames mis ilusiones
y navegas mi mente.

Respiro y me invades
ya no me susurres,
que muerdo en silencio
tu vuelo y mis alas…

Ese morboso afán de pensarte
a  distancia, para hacer un sueño
del placer que nos apetece.

María Cayo

 



 

 

Esta noche

 

 

Esta noche, 
seré tu cansancio
la luna que miras,
los años detenidos
arena movediza,
tu sonrojo tímido,
el suelo de tus pies
tu manzana mordida
tu café,
un viernes aburrido,
un ala de gaviota
tus espacios vacíos,
la ventana cerrada,
tus labios sin sonrisa
los ojos de la gente,
tu pan,
Seré toda esa pena,
de ausencia.

María Cayo.

 

La herida

 

 

La herida



Del fondo del silencio,
se gesta a tiempo
en la cadencia indecible
estalla de la semilla
y sin daño alguno, brota.

Se reserva inmaculado
para rebullir lentamente
y ser el canto alegórico
de lo triste y amado,
lo roto, lo aguerrido, lo falso
soñado nacer de luces
anidado en las manos.

Crecer entre la pausa,
como el instante exacto
en medio de hoja que cae
y el árbol que envejece...

hallarse poco a poco
caminando por sí mismo
y en cada paso firme
la agorafobia necesaria
para ser un poema vivo.

María Cayo

 

 

Destino

 

 

Destino

 

A veces lo buscaba,
en cada lámpara encendida, 
y océanos sin olas
mientras usted, caminaba...
usted
viajaba, comía y tenía sueño,
a la conquista de labios, pieles
se cubría el llanto con un cuerpo
espantaba mariposas y reía
mientras yo, le buscaba.

Iba de puerta en puerta,
adivinando la hora de sus ojos,
su nombre corto o largo,
y usted caminaba...
abrazando los otoños y el árbol
lleno de canto, de motivos
para arrancar las flores
en veredas estrechas.

Con mis pasos pequeños
recorría soledades y noches
desviviéndome en la nada, 
como si el amor, fuera botella
que ya vacía, me bebía.
y le buscaba.
Tuve que mirarle,
entre sobrantes de café y luna
cuando ya derrumbada, 
mi tiempo muerto, era refugio
Ni paso ni búsqueda, ni vida,
nos quedaba el otoño para darnos
en apasionada desesperación
del que nunca ha encontrado.
Usted
descansa a mi lado,
y cada sonrisa , borra la espera
de tanta búsqueda callada.

María Cayo.

 

 

Sin atajo

 

Sin atajo


Soy tu senda,
no me abrevies..
la brisa besará la luz
de tu lento caminar
y sin pregunta
cortará las ataduras
cuando el día caiga.

Sin atajo
surgirá el encuentro
más deseado
ataviado de flores…
y el ruido de peces
que cantan sobre agua, 
será música de fondo
al lado del camino.

Seremos viaje,
postergado y lejano 
a otro lugar de la noche.

Máría Cayo

 

 

Murmullo

 

MURMULLO

Tu palabra es murmullo, 
se reserva en tus ojos
mudo de respuestas..

No quiere llegar a mí
y la busco el camino,
escucho tu luz
que pisa la hojarasca
y tu mirada,
es un poema arcano.

Como hechizo fugaz
tu palabra  me altera,
 se rompe en pedazos,
para ser un solo verbo
en un sitio profundo
que ha de ser pájaro...

Y vuela  y canta y va
con su lira al viento.

María Cayo

 

 

 

 

sueño

 

Mis pliegues en tu boca,
obstinado precipicio
en tu discurso corporal

Si fuera árbol
¿penetrabas la palabra a mi raíz?
deshójame antes, viento.

Manos de verbo irregular
conjugándome el cuerpo
para que hoy, sea mañana.

Húmedos labios
de un silencio de guerra
ocultando el suspiro
en el jadeo...

Y la nada me despierta a medio sueño.

María Cayo.

 

 


Nunca aprendí

 

 

 

Nunca aprendí

Nunca aprendí a leerte
o dibujarte en trozos geométricos
y en mis propios embustes
me conté de tu presencia

Nunca aprendí a contarte una trampa
o el cuento de las mil noches
ni hacerte una historia precisa...

Me aprendí cada letra de tus ojos
e hice mía una mirada tras de otra,
para no saberte lejos, hice el verso-beso

Aprendí a escribirte,
nunca aprendiste a leerme,
este espacio conmigo, florece
es llenado de tu ausencia,
y te quiero mucho menos.

Tuve que serte infiel,
con la propia metáfora inventada.

*María Cayo.

 

 

No soy

 

No soy



Podría decirte que soy luna
que mi brillo es eterno
que mi casa no está vacía de ti
que las olas florecen si sonrío,
que mi cuerpo está vivo
con sangre en sus ríos.

Digo que soy bella y miento,
que mis ojos pertenecen a los tuyos
y que la lluvia es canto que te escribo.

Soy mucho menos
esta que escribe, hombre de hierro
es mar desierto, sin isla
es café sin azúcar y frío
es ventana con un candado oxidado,
es una calle sola y oscura
sin luz en los caminos alternos,

Soy una noche desvelada en un velorio
lejana a la estética femenina
vacía de encantos y boca perfecta...

Soy tu tiempo sobrado en fragmentos
seré mano que aguarda el pan,
la rosa, tu pelo, quizá sexo.

No poseo nada más que mis historias
y un pasillo lleno de carencias
Ni soy, ni seré, ni tengo un par de bellas piernas
apenas soy carne y alma.

Digo que te miro, como a las dioses
que no tengo y rezo e imagino.

*María Cayo.

 

 

 

Exquisito

 

Exquisito.

Exquisito eres,
como el aroma de un parque
y el café caliente.

Lamer tu boca
experiencia refinada de un placer
parecido a beber agua.

Un te quiero sofisticado,
delicado como un perfume caro
eres un solemne momento.

Lluvia de éxtasis, en mi rostro
arrogante y artístico, bello
cantar de los cantares,
musa distinguida y exacta,
estético a mi cuerpo.

Entraste en mi ordinaria, enmohecida
vulgar, descolorida y sucia habitación
para dormir en mi alma un instante.

¿cómo dejar de extrañarte, en mi impecable agonía?

María Cayo

Sirena

 

Uno se acostumbra al agua muda,
y la sirena canta entre palabras
a petición del mar, calla
cuando el poema se gesta
en cada una de las olas.

María Cayo.

Inevitable

 

 

Inevitable

Existe el hombre
que no tiene miradas
en ninguno de sus ojos
ni caricias, en ningún dedo

Existe el hombre
que no tiene alas largas
y se quedó sin boca
para no decir poesía.

*María Cayo.

 


Roto

 

Está roto el tiempo
andrajosa la distancia
has quebrado todos mis cristales
y sin embargo, te amo.

Vida que asemeja
una calle sola, 
sin la música de tus pasos
sin un árbol.

Esta rota la luna
su fragmento de noche
me duele
como un recuerdo partido.

Todo dividido
entre la pérdida y ganancia
esa de extrañarte
y de tenerte vivo.

María Cayo.

 

Abrazo lo intangible

 

Abrazo lo intangible

En lo mágico de lo invisible,
se llenan mis manos de ti
igual que el sexo de lo callado
satisface sus acuerdos 
de la palabra no escrita

Y abrazo los árboles
para descubrir tu nombre
no hay bosque simulado
sólo un beso despidiéndose
tembloroso y hambriento

y en nuestros ríos
el agua tiene la música del llanto
ese colocar piedras y días
entre distancias de olvido
y a la orilla, un pez muerto
un sentir azul cielo
de nuestra estancia en el otro.

¿dónde hemos quedado?
ya no veo tu montaña
escalando mi tierra.

Imaginario como la nada
abrazo intangible, invisible
a nadie, abreviado de cuerpo.

María Cayo.

Se me quemó la sopa

 

Se me quemó la sopa


Se me quemó la sopa
sin sufrimientos prolongados
parecía un suceso cotidiano
sin ninguna pregunta
sin ninguna respuesta.

¿cómo haré frente a la sopa quemada?
te cuestionas 

Eras tanto
consomé,
hervor,
mi comida...

y cuando te fuiste
me quedé sin lágrima
con el intento absurdo
de apagar el fuego

no hay nada ahora,
un poco de humo en la cocina
y una cacerola por lavar.

Se me quemó la sopa
haciendo frente
a la soledad terrible
de mi hambre.

María Cayo.

 

Quitar

 

Quitar las palabras 
y dramatizar en silencios
los sonetos y las odas,
acariciar los epigramas...
hacerlos eternos como un epitafio sugerido
y hacer un texto largo
de miradas.

María Cayo

La carta

 

La carta



Ha sido abandonada, no sé
desposeída,
sin remitente ni papel
sin ilusión alguna.

Ha sido asesinada, no sé
sin culpa,
metida al baúl de silencios
ave caída de su cielo.

Carta triste, no sé
como fuente seca
como algo no florido,
en un océano baldío.

Carta borrada, no sé
la hecha a mano
que destejía pronto
en la espera del suicidio.

Carta

¿de qué ha servido tu muerte?

 

 

 


Yo quiero

 

Yo quiero ser llovizna
para caer sobre tus hombros y rostro
en plenitud sobrada de nubes.

Lluviame una noche
en medio de tu casa,
aparezcamos en un relámpago
de silencios.

y después, 
evaporemos el recuerdo
para que no me extrañes.

Toca la gota que cae en tus ventanas
soy yo, siendo instante entre tus dedos.

María Cayo.


Hoy me deshago

 

Hoy me deshago



Me deshago de amar
del cuerpo abandonado
que recuenta como orando
cada mirada vacía.

Ya no beso la ausencia
mi locura es un pétalo marchito
un cabello caído. Castración.

Liberarte de mí
es una dejadez que aprisiona
mi lado más débil.

Soy inhábil para quererte
la torpeza me ha llegado
al mismo lugar de inicio:
tus ojos.

Este error negado a versos
vino por la noche,
tocó a mi cama
y se llevó vorazmente
el deseo permanente,
de darme a tu cuerpo,
dejando tan solo el mío.

Hoy me deshago
de esta sed de beberte
tomando la lluvia a tragos.

Rosario Cayo

Podré ponerte fin 
una mañana fresca
cuando me aburras
cuando me agotes
cuando despierte
y mi cuerpo no te imagine.

En tu mente...
¿cómo matarás mi amor?
recuerdo disuelto
en las venas que no tienes,
ventana cerrada
al fuerte viento.

¿cómo seré nada
en la nada que ya soy?
Siembra espinas
en mi camino de algodón
lo camino descalza...
cuando coseches su filo
estaré tan lejos.

Rosario Cayo

 

 

Pido perdón

 

 

Pido perdón a las tardes de lluvia
y a todo océano existente, río
porque no me saben a nada
por no enlodar con te amos su agua,
por no mojar de manos tomadas su paso
por no llorar tampoco la desolación.

 

 

 


Desconozco

 

 

Desconocido



Recurro cada noche
a contaminarme un poco de usted,
tengo voces que le dicen un poema
y noto en la fotografía que se sonroja...
paseo por un lado de su boca
y mi memoria lo lame.

Soy presa absoluta de mirarlo
capricho extraviado en una fantasía
es mi reverso de moneda, atrás estoy.

hagamos un pacto:
no se muera nunca y sonría para mí
seré hábil, para besarlo a distancia.

Rosario Cayo

 

Te ignoré

 

Te ignoré en el viento
y caes vestido de lluvia
para que no te olvide...
alzo los brazos
y caes en mi cuerpo
con tu aroma en cada gota.

indomable infortunio
mojarme e irte con la noche de tormenta
tormentosa tormenta atormentada,
dejando inundada mis calles, de ti.

Este calvario ardiente
inexpresivo por días,
reverdece
tan abajo de tu famélica nube
en el fastidioso calor
de tus silencios y los míos.

*María Cayo

 

 

 

 

 

Tengo ganas de ser niña

 

Tengo ganas de ser niña

Tengo ganas de ser niña
un antojo deseado de aprender a caminar
con mejores pasos, que lo andado...
que mi nostalgia  de chocolate, sea menos amarga
y que las mariposas tengan el mismo color
ser pequeña otra vez, para guardar aromas
y coleccionar tanto instante,
como el abrazo a la lluvia, 
y el océano , tan charco de  esquina,
darle alas a una llanta vieja
y tocar el cielo en la azotea...

No mirar a mi país tan triste
ni a los ciegos, ni a los mudos
ni a los pobres, ni a los ricos,
quiero ser niña en mi mundo de iguales,
donde la soledad es una palabra desconocida
y el amor, llegará en un caballo blanco
cuando sea preciso y crezca...
admirar a los héroes que dice mi maestra
mientras como una paleta de limón.

Yo quiero ser niña de nuevo, 
para aprender a ser feliz sin instrucciones
y que la única norma, sea ordenar mis zapatos
comer zanahorias y mirar las estrellas.

Yo quiero ser niña y andar en bicicleta,
y decirle al viento que me despeina, 
que somos amigos, que nada importa
que el sol me quema, pero sonríe...

Yo quiero ser niña, cuando envejezca
y que mis pies sean nubes, 
que caminan lento y fuerte, sin ayuda alguna.

Rosario Cayo

Ósmosis

 

No me leas cuando sea rosa,
bésame cuando sea espina.

Voy a quererte por ósmosis,
lento , suave,  a gotas,
 penetrándote al alba,
cruzando toda membrana imaginaria
para que mis células
se confundan con las tuyas…

y en esa transfusión morbosa
nacerán colibrís de nuestras bocas,
quedaremos saciados, 
sin una sola caricia de manos.

*María Cayo C

Cada uno

 

Cierro los ojos en tu océano, perfume de mar
te usurpo como sirena
desnuda, ofreciéndote mi cabello mojado
mi carne cansada y suicida
en el sueño más bello
en la caricia más tenue y suave, 
surco tus algas con las manos, te busco
busco tu otro rostro de oscuros infinitos
donde el sol no entra, 
quiero ser buzo, manosear tu liquidez
penetrar los besos húmedos imaginados
me sumerjo en un momento seducido 
verte venir como ola adentro, como ola que toca con fuerza
y voy cayendo, como pez, como coral, como pelícano
me absorbes y alimentas la sed, 
la sed de bucearte y encontrar tesoro alguno

te acaricio como piedra preciosa, 
iluminada, llego al límite...donde siempre me ahogas, 
y comenzamos a mezclarnos
en el baile del silencio, de las ondas tibias
mojándome toda, una deliciosa excitación
y me pierdo, busco aire, entre la asfixia y las ganas.

Súbitamente despierto, al límite de la arena, 
recobro los cinco sentidos en tus olas, en tu infinito
Toco, huelo, escucho, hablo a mi soledad 
favorecida con mirarte: distante, majestuoso, profundo 
...recordé que no sé nadar.

El sol nos mira lejanos y absortos,
cerca uno de otro, cada uno en su lugar
solos y cada uno en su lugar.

María Cayo

  

*María Cayo la loca


Y mientras tanto, la vida se le ha ido a *María Cayo 
en cada ola de mar,
en miradas compartidas y algún amor imposible
durante años el aire le robó todo suspiro.
en el vientre,
ya no le caben mariposas amarillas

Toda tarde caída resbala lenta en sus ojos negros,
los árboles elevan sus oraciones al cielo,
como un consuelo, habla con la silla
*María Cayo tiene miedo, cae en cama
se enferma de la normalidad de nubes,
de fatales lluvias y tormentas mentales.

*María Cayo idealiza la liquidez del tiempo
bebe de él, cuida de saciarse un poco
y tira el vaso de plástico vertido de buen vino, 
buen sabor a corto plazo, embriaguez a largo
baila por todo el pasillo, tararea una canción.

Se le acabaron los versos en su boca,
le quedan mentiras piadosas
que a veces agrada de contarse.

Le llegó el reloj, uno descompuesto 
en su muñeca descompuesta, sin lógica
cuida de las horas sin mirar la mañana,
atesora el día corto, tan ocupado en lo que sea.
*María Cayo detuvo la bufanda... tejerá en otro invierno,
con otro hilo, de otro modo.

Ella ya no tiene frío, la felicidad le pertenece.

*María Cayo tiene un poema escondido en el seno
ya no escribe, ya no siente, ya no llora
tiene mala memoria, no recuerda el escondite de sí
...de sus letras
¿quién es *María Cayo? le pregunta al espejo...

Sonríe cuando duerme, se mira bella en su locura
ha envejecido tan de pronto
y en su demencia senil, en las canas de su pelo
ya no cabe el sueño, sino el constante olvido.

Caminaré en tu superficie sobre tu azul más tenue,
tocándote con mis pies en esa tu agua, 
que me agobia de trampas
de indomables huecos donde me hinco
esquiando lento, 
y dentro... mis tobillos, los que lames
memoria acalorada,
y refrescas mis piernas, mi vientre
y te navego, y tu me salas
no me absorbes, continúo flotando
sin prisa, sin azúcar, entre nada, nado 
como una danza clásica
de elegantes movimientos.

Tus ojos

 

Amo tu mirada sucia
son dos ojos desnudando los silencios
son manos que acarician distinto,
entre un atar y desatar de sogas
sin la duda respondida,
universos de selva en su paisaje
mirar de leones al acecho
yo soy tu antílope, ciervo, búfalo, 

Son tus ojos
café hirviente para tomarse a tragos
taza sobre una mesa, 
bebo los instantes a distancia, sin tocar
haciéndose agua la boca
(y mi ropa tan delgada y un futuro tan exacto )

cierro los ojos, para que no mires
hipnosis fallida, autoseducción imaginada
- despierto-
y en mis manos, donde aún cabes
no hay absolutamente nada...
sólo tus grandes ojos ciegos
inmóviles y fríos.

*María Cayo C

 

No cualquiera resiste a la soledad

 

No cualquiera resiste la soledad.


No cualquiera resiste la soledad.
Se necesita tener un animal dentro, feroz
construir de lunas rotas, una noche común
suplir antojos, quitar dudas, la ropa.

Se nace solo, desde el vientre
abres los ojos y ya estás solo 
se coincide con abismos cotidianos, 
se aprende del murmullo
del grito y de la música a distancia
se necesita estar lejos, lejos.

Placer casi placentero.
sin laberintos expuestos, sin salida alguna.
Lleno de habitantes ocultos en el ropero
de egos amenazantes, emociones submarinas.

Acomodar las vivencias en un rincón del alma
apilar los rostros, y sonreír 
sonreír como un pobre idiota
la soledad echa raíces, 
árbol que se planta, que se trepa...
los solos hacen poemas, 
una canción, un cuadro, un dialogo brillante
y miserable..
platicar con el diario, con el café
a veces
sorber un buen vino y brindar por las nostalgias
no permite nadar en agua tibia…
solo hacer el 'muertito', en la fría piscina.

Tragicomedia deliciosa,
se baja el telón y estas solo
y ella a tu lado.

sensual y temible, 
bruja...señora que hechiza.

una hijaeputa, eso es la soledad.

María Cayo

 


Anónimo

 

No invado tus espacios, 
es aquí en el mío que  te lleno los ojos
con mis palabras cursis y obsoletas,
porque pienso en ti y lo sabes,
porque me leerás un día, y lo se.

Pisas con tus pasos cada letra
y tu nombre es el fondo musical
y la mariposa que con el ala rota
se planta en mi ventana, aburrida
sigue tu cuerpo en tus calles solas
vuela alrededor tuyo, danzándote
como un vestigio extraño, de que fuimos
algo distinto en lo ordinario,
un suceso común, una noche simple
un par de extrañas entrecomillas del tiempo.

No borres lo que te digo,
guárdalo en todos tus frentes y tus lados
tatúa las formas imprecisas para decir que te quiero,
sin plumas brillantes y coloridas,
sin libros autografiados,
sin cuerpo sediento y afilado por la sed,
sin conocerte de adentro,
lleva contigo los círculos y cuadrados
los grises y los blancos de todos mis trazos y trozos

abre el silencio en que te escribo,
acaricia mi página, anda
para que no te mueras en mi poema,
para que mi resurrección sea tu minuto leído
te siento así, esperanzado, curioso
con una voz renegada y una lectura ávida
leyéndome, como un niño
es así que te entregas, aunque no me entiendas
aunque no lo desees, con morbo me buscas
y penetras en mi verso, beso, sexo
mírate ahora...te poseo, 
en este preciso instante, por completo.

Me hace daño hablar de ti, prefiero hablar contigo.


*María Cayo.

 

No invado

 

No invado tus espacios, 
es aquí en el mío que  te lleno los ojos
con mis palabras cursis y obsoletas,
porque pienso en ti y lo sabes,
porque me leerás un día, y lo se.

Pisas con tus pasos cada letra
y tu nombre es el fondo musical
y la mariposa que con el ala rota
se planta en mi ventana, aburrida
sigue tu cuerpo en tus calles solas
vuela alrededor tuyo, danzándote
como un vestigio extraño, de que fuimos
algo distinto en lo ordinario,
un suceso común, una noche simple
un par de extrañas entrecomillas del tiempo.

No borres lo que te digo,
guárdalo en todos tus frentes y tus lados
tatúa las formas imprecisas para decir que te quiero,
sin plumas brillantes y coloridas,
sin libros autografiados,
sin cuerpo sediento y afilado por la sed,
sin conocerte de adentro,
lleva contigo los círculos y cuadrados
los grises y los blancos de todos mis trazos y trozos

abre el silencio en que te escribo,
acaricia mi página, anda
para que no te mueras en mi poema,
para que mi resurrección sea tu minuto leído
te siento así, esperanzado, curioso
con una voz renegada y una lectura ávida
leyéndome, como un niño
es así que te entregas, aunque no me entiendas
aunque no lo desees, con morbo me buscas
y penetras en mi verso, beso, sexo
mírate ahora...te poseo, 
en este preciso instante, por completo.

*María Cayo.

 

Mis cabellos

 


                                                             Mis cabellos

Dulces hilos,
sogas,
cadenas,
serpientes,
raíces de árbol
quimeras...
amarrados a mi cabeza
como pensamientos 
que resbalan en la espalda.

Son palabras
despeinadas, no dichas
ideas negras y brillantes
se riegan por todo espacio permitido
vuelan sin alas
con el viento, tiempo.

Mis cabellos son recuerdos
los corto de súbito, como a mis rosales
para llorar menos...
cuando se me caen, me duele
voy perdiendo la memoria.

algunos siguen conmigo,
sobrevivientes al maltrato
vistiéndose de plata,
o nieve, aferrados
esperando su caída
o mi muerte.

*María Cayo

 


Hay palabras

 

Hay palabras

 

Hay palabras enmohecidas
hay palabras tristes
hay palabras aromáticas
hay palabras que se untan
hay palabras que se adhieren
hay palabras que se vomitan
hay palabras estúpidas
hay palabras inútiles
hay palabras costosas
hay palabras vulgares
hay palabras que sobran
hay palabras que acarician
hay palabras que seducen
hay palabras marchitadas
hay palabras excitantes
hay palabras vacías
hay palabras mentirosas

las tuyas amor mío,
tan esperadas por años
hoy ya no sirven para nada, 
sólo para llorar un rato 
y echarse a la basura.

*María Cayo.

 

Tengo un cuerpo

 

Tengo un cuerpo, 
posee cierta entidad intangible
y en el fondo de mis pieles,
suena mi nombre con tu voz
llena mis silencios y océanos
sin ninguna palabra suave.

Tengo un cuerpo besado
y carga en la espalda tu saliva
como un líquido evaporado , 
tatuaje que arde sin caricia…

Las manos metidas en la arena,
miran el tiempo,
deslizándose entre mis dedos
cual mar embravecido
y tu música que me sigue a todos lados,
danzando con la vida, con las olas
un canto tan triste.

María Cayo

 

Sin posibilidad alguna

 

Sin posibilidad alguna



No hay aproximación 
ningún camino me conduce a  tu cuerpo
es accidental esto de extrañarte
una pasión furiosa y desigual,
debe ser acallada por las horas que perdimos,
un amor abyecto, servil, áspero
un herido de muerte que  debe  morir  ya.

Fuiste un incidente maltrecho,
te mimo sin cordura, sin ánimo, por costumbre
abrazándote con desventura  y cortejo
en mis sueños sostenidos por  la nada

estos suspiros que se revelan en tu contra
te detestan, se resignan, te rechazan
tocan el orgullo con una veneración aburrida
asintiendo al olvido tu mirada dominante.
ya no hay más…
desintegro los besos en mi mente
y te atesoro en una esquina, un rincón, 
uno sagrado de mis recuerdos y libros,
los que ya no toco, de tantos leerlos.

*María Cayo.

Mi agua

 

Mi agua vive serena, en el charco
en la calle sucia, en el patio
nada la conmueve
encerrada en sí misma para ser pisada
o bebida por algunos pájaros.

la golpea tu lluvia
y en su quietud, tristea un poco
por ser charco, por evaporarse
así, sin remedio.

Agua sucia, callada
duele ser un río que no fluye
un océano pequeños, caído
un lago oscuro, sombrío

cae el agua de tu cielo a mi suelo,
con la esperanza de volar
a nuevas nubes, menos crueles.

María Cayo

Eres vino

  

Eres vino



Eres el vino adulterado
que me ha dejado ciego, sediento
con males en el hígado y en el alma
tus uvas habían estado secas , 
no ha sido en vano el engaño, 
soy alcohólico tuyo..
creí que eras un néctar delicioso y caro
único en el universo, fino
y te quedaste adentro, sin embargo.
corriendo por mis venas.

Ebrio de tu imagen,
bendito veneno dulce y falso…
embelleces mis adentros con tu tinto
deja beberte una noche, a gotas
mis besos, son tu vino añejado por un deseo,
y aclaman tu copa, tu trago mío.

María Cayo

 

 

 

No me extrañes

 

No me extrañes

 

No me extrañes con la luna,
ni en tus pasos matutinos
no me extrañes en tu almohada
ni en tu pasillo vacío
extráñame amor mío
en el estremecimiento de tu mirada
cuando mis letras, hayan muerto.

deja el poema, este
rezagado en un libro de geografía
páginas dedicadas a las montañas
a los ríos, a los desiertos y mares
que se atreven a separarnos.

No me extrañes en tus ánimos
ni en la agonía de otras ausencias
guardarme cual papeleta
en tus bolsillos casi vacíos
para caer cada noche
haciendo el ruido que hace la moneda
cuando cae al suelo.

y si no hay más recuerdo mío,
ni en la piel, ni cuando lees
tira pues mi sombra,
en un jardín seco, un valle solitario
para que no florezca, sin tu gota de agua.

y que ambos seamos tierra seca
cada uno por su lado..
tu en las calles, yo en un panteón.
tu tan víctima de la cordura,
y yo víctima de una pasión. Lloremos.

*María Cayo.

Perdido

 

Perdido

Me dijiste 'te quiero' con tus alas rotas, 
con tu café frío, 
con un dolor de cuello, 
con una lengua romance...
y cuando adornabas las madrugadas
con distancias obligadas,
y un cigarro prendido
te miraba, no hablaba para mirarte
8 mil kilómetros de besos
para un amor sin distancias.

mi luna y tu sol 
se tocaban las manos
haciendo extensivo el orgasmo
guardado en el sueño...

daría mi pasado y futuro
por dormir sobre tu hombro
y acariciarte el alma
me dueles en las manos,
en las ganas,
en todos los espacios 
entre tu mar y el mío.

Mis ojos se hacen ancianos
y el nudo de garganta, tiene tu nombre.

Amado, me hice triste de tanto pensarte,
la embarcación de abrazos
regresa al puerto esta tarde, aún cargado
y no estabas en la promesa
quizá nunca estuviste...

sin destino, sin paisaje, sin camino
¿a dónde irán las sonrisas que son tuyas?

70 días son demasiados,
para poder decir palabra
pero te extraño, como la hoguera al frío

cómo haces falta mi amor
en esta boca callada,
en este barco a la deriva,
en este cuerpo vacío.

 

 

¿de dónde vendrá tanto llanto?

 ¿de dónde vendrá tanto llanto?


No pude esconderme de la tarde...
y la gente miraba con curiosidad la lágrima
cómo un hecho insólito, cuestionable.
He prestado mi cuerpo a la monotonía
mi voz al silencio
mi coraje a la serenidad
mi desesperanza al tiempo
sin embargo, me duele
la normalidad, la línea recta...
¿por qué me viene tanto motivo?
Todos habrán de caer
cuando las máscaras no funcionen
y aprendan a ver la luna con mis ojos.
No es un consuelo
aprender a decorar el desierto con rosas
no
no quiero levantarme ahora
de este duelo callado, mis ausencias
se hacen presencias inútiles.
La autocompasión me viste
con una ropa desgarrada, con moho
guardada hace años en un ropero sin llave.
Invento palabras que se quejen poco
mi boca quiere sacarlas a patadas

la resistencia, la lucha conmigo
inflama mi garganta, la seca
me hace nudos constantes
y la tos, el suspiro,
reclaman su permanencia a toda hora.
lloro, para hacer espacios a otras penas
y en la evaporación,
el corazón organiza mis nuevos vacíos.

El viento

 

Anoche el viento gritaba sus vacíos
las hojas golpeaban sus palabras
en las largas paredes de la calle
y el frío intenso, no sabía de poemas.

cerré la ventana para no escuchar 
y el aire fresco siguió con murmullos
aunque no hablamos el mismo idioma
una vez solos y en silencio
entendí al fin el miedo a decir,
esa emoción de quedarse callado
entonces, sólo entonces
cayeron en ambos, algunas gotas de lluvia.

*María Cayo

 


Hay un amor

 

Hay un amor que duele en mi rodilla, 
un amor artrítico y pálido
lo encontré una noche aburrida...
titiritaba de frío. 

Mi vida se partió en dos
al conocerle.
mi boca vive a 8 mil kilómetros
y ya no como, ni beso.

duele estar sin  ojos
caminar a ciegas
 un mar fatigado,
lleno de objetos inútiles
y salado de lágrimas.

*María Cayo

26022013

 

26022013

¿Dónde estás Joe?

Te fuiste
y ni siquiera aprendí
a decir "no te vayas" en francés.

en tu pobreza, mis alas
en mis alas, tu madrugada
la que sostenía insomne
con una sola mirada iluminada

el brindis de café
lo arrastró la nieve de París.

*María Cayo.

No es la palabra

 

No es la palabra, ni su cara
es la manera en que ambas se unían
para enmudecerlo todo en un beso
es la posesión de su hombro
sobre mundos tan errados.

extraño amiga mía
la fragancia en su mirada
el nudo en la garganta
las discusiones estúpidas
la prohibición que lo evoca
más que nada, más que todo
necesito la sonrisa
cuyo aliento,
me daba la vida, tan a diario.

María Cayo


Me queda leerte

 


Cuando el ruido de los días
el smog de los camiones
la cartera vacía,
la soledad en los parques
el andar de los solos,
la desdicha de una ausencia
un perro muerto sin tumba
una casa empolvada
una comida salada
una boca sin beso...

me queda leerte y entregarme
suave a tus letras.

me alejo y gozo apartado
cuando tú lejos, cuando lejos yo
cuando extraño la otra soledad 
en que no estabas.

*María Cayo 


Sin piedad

 

Sin piedad

 

No me tengas piedad, 
olvídame en intenso
en azul marino,
a 42 grados, a herida viva,
bébeme en tequila 
haz que llore 
mucho café a la taza
réstame en la suma,
borra las lunas dibujadas
táchalas con rojo, si quieres
coloca la caricia en lo alto de un árbol
esconde mi collar en una maceta
la seca, la sin agua
anúdalo todo,
en el bote de la esquina
tira mis restos...

desaparece los relojes
nos haremos ciegos
insensibles,
desangrémonos pues
antes de que llegue el alba.

*María Cayo

 

La letra

 

 

Mi letra busca descanso, 
un paradero con sombra
para que el día no cale.

Un motivo de abandono
desgarrarse las vestiduras
ante un insomnio espontaneo
y dormir, dormir.

Mi letra busca un dios
para orar juntos
en el vacío de la lengua
y pedir un milagro,
para los que hemos de estar solos.

Mi letra está triste
a cada trazo una lágrima
no quiere decir nada
entre alfabetos comunes
enmudece al fonema

Se siente ajena
y en medio del poema, 
finge que no pasa nada
como hacen los humanos
cuando callan.

Minúscula, ella
sin musa, sin alas
un noche de aquellas
nos desnudaremos juntas.

María Cayo.


Yo

 

 

Yo

 

Este es mi espacio,
soy el alma que lo habita, 
la intemperie huele a mi nombre.
Las calles por donde piso, son mías,
los arroyos secos, los océanos, el otoño, todo.

Escribo entre penas y nubes, 
con la fe más ciega en el vacío...
Mi dogma es la poesía, el inmenso sueño de palabras
misterio alfabetizante de todas las religiones del mundo

Todos los dioses hablan poesía
por eso dudo y creo, 

Cuando muera, entierren mis poemas conmigo
los comerán los gusanos 
y darán paso a mariposas libres.

Habrá silencios
volarán mis acentos y mis comas
alas de colores con mi soledad a cuestas...
no me despierten, 
amé y escribí cuanto me permitieron.

María Cayo.

 

 

dos poemas cortos

 

Tu luna no es mía
y sin embargo 
el viento refresca mi rostro con tu nombre
anda…
deja que la denegación me encuentre
en una madrugada sin sogas.
sin aliento…
cubre mi llegada tarde  
de relojes y de besos.

*María Cayo

 

 

 

 

 

Viene a mi cabeza,
su beso se metamorfosea
y entonces lo llevo en la sangre...
Ahí, en lo rojo
guardo tanta pasión por usted.
y me percato, 
de no vivir en vano.

*María Cayo.

 

 

 


A un amigo

 

A un amigo incierto.

Hay un cierto tono en tus palabras que amo. Será que el  "hemos sido" y  el "somos" penden de un sueño pequeño entre nosotros, no sé cuál. Amor, ¿los sueños tienen un tamaño, una figura? 
Tu ausencia y la mía parecen víctimas de los semáforos, de las batallas perdidas, de los horarios fastidiosos. ¿Recuerdas la fecha de mi cumpleaños? cualquier día que podamos tomar café. No idealizo los 35 años, tampoco el número 36, me duelen los calendarios por crueles  (lo dijiste ) y no hay ninguno en casa.
Puedo recordar  lo nocivo del tabaco y de Sabines como puerta de entrada, también recuerdo la caída libre…y el golpe de mi espalda sobre una piedra. Así me sucede siempre, caigo para levantarme, ya me conoces...cada vez caigo menos, tal vez me acostumbre a la dureza de las piedras.  Hemos cambiado, sin embargo, es innegable que tenemos todas las versiones del otro: la ridículamente poética, cómica, la del otoño y su nostalgia. Tu y yo…tan hechos en un México dormido. Subimos inclinados sobre una escalera maltrecha.
La poesía, pretexto de los humanos para la supervivencia de la normalidad.
Hemos sido felices, cierto.

hai-ku

 


La esperanza
un poema que duerme
con el deshielo.

(haikú)


Una casa

 

Una casa

 

Hay una casa...
riego el jardín con agua de rosas,
cuando la vi  tenía un aspecto bizarro
 pervertido, oscuro
alguien escribió novelas en su patio.
Tenía libros deshojados de tan viejos
aprendí a habitarla...
conviví con los silencios en cada habitación,
sólo por el gusto de no callar, leía y 
la luna acariciaba las páginas.
 
Amo las ventanas enormes , sus nostalgias y rarezas.
y es que es  una casa extraña, inhabitable..
me gusta fumar dentro
no prendo la luz, para que nadie me vea.
no grito, para que nadie note mi locura
cuando bebo, la casa parece estar tomada
y cuando salgo a tirar mi basura y la tristeza
lo hago rápido, para que la soledad no me cierre la puerta.
 
La casa me tiene miedo…
sus fantasmas me tienen miedo,
un pasillo  tiembla cuando me acerco
¿ es el poema la amenaza?
triste casa, es la musa que me teme.
 
Tiene besos escondidos en cada rincón
los busco... sé donde pero no los encuentro.
escarbo y no me canso, 
pero a la casa le duelen los golpes que le doy
entonces permanezco a tientas,
acaricio esa sala sin luz.
 
La casa ajena
de un portazo ayer me dejó afuera
 los poetas no  sabemos tocar con las manos
 tocamos con letras
pero no hay nadie  dentro, tiene un enorme vacío.
Nadie oye, nadie lee
la casa no tiene memoria, 
Y yo estoy un poco sola...deshabitada 
le escribo desde afuera 
 
 y muero de miedo de tocar de nuevo.
 
*María Cayo

insoportable

 

Tengo una visión nublada
sin estrategia ni objetivo claro 
debo y quiero cumplir la misión
de mojar-te, lamer-te e hidratar-me
esa sed sin miramientos que me calme de tu hielo
de las olas de tus ríos,
y de la Atlántida
vives en una cascada de otro mundo, 
menos líquido
la de la otra boca que te sumerge y te inunda

¡Qué locura insoportable esta de quererte a secas!
a tientas, de rodillas, tan árida... tímida a mi propias bajezas.
tengo una letra de tu nombre 
que cae como gota de sudor en mi espalda
disculpándote siempre de no ser agua.

Caes de la roca, de la nube;
te busco en el suelo al terminar cada llovizna
imagino las palabras mojadas que silencias
las que guardas en el rocío de tu árbol con sus hojas
Eres mi astringente 
entras a mis poros con ese cinismo del que ignora
me penetras por ósmosis

y sin embargo
la sequedad de la región que te extraña
permanece húmeda cuando te piensa.

*María Cayo

 

Pasajero

 

Soy pasajero aun así posible lejano como el aire viajo entre los mundos que fundas en la soledad tampoco tengo llaves porque cargo el deseo violento de derribar puertas aldabas secretos cierto tu boca es el único portal la única certeza que mira de perfil llegará un día en que no habrá más días hoy o mañana porque la espera duele como la eternidad pero construye refugio como las abejas.

Viájame contigo, guárdame en tu maleta de distancias cortas, no olvides los silencios, quiero estar cómoda cuando nuestras manos se anuden como sogas. 

No me hubieras dicho nada

 

No me hubieras dicho nada

 

No harías tanta falta en estos brazos que no te tocan,

en mis versos que nunca logras traducir a tiempo.

No existe ninguna manera de olvidar tu lejanía,

Ahí vivo, en tus distancias, las que recortaste al amarme.

No te hubiera dicho nada,

así el destino no jugaría con mi desesperanza,

tanta ansia acumulada en tu lengua y en la mía

 ¿Qué hago con tanto amor acumulado?

mis manos están llenas de palabras y de besos soñados,

queda mucho de ti en todos mis espacios.

Dime lo que quieres en cualquier lengua,
en italiano, francés, con un mudo en la garganta...

aunque no te entienda, 
aunque no pueda traducir tus nostalgias,
aunque los océanos se interpongan,
aunque no preguntes y no responda
aunque sí, aunque no…

 Y si el silencio es tu única palabra, entonces no me hubieras dicho nada nunca, nunca, nunca.

*María Cayo.

 

Las rosas

 

Las rosas ahora son carta sin destinatario.

 

Tengo todas las miradas tuyas en una colección bajo la almohada. Saber que dicho almacén es inútil, me reconforta...
calientas el espacio que le corresponde al polvo.

Tocar los puntos frágiles de esa mujer que decide la soledad como estado civil, es lamer una desnudez que parece herida por el tiempo.

Amanecer en todas las épocas, con un frío que se refugia en el erotismo más inmediato, el de los roces mínimos.

Y esa mujer tiene muchos nombres, detrás de todos los suspiros, una noche recuerda que tiene piel.

Le quedan palabras por escribir, besos por beber, cigarros por fumar y el amor, se lo ha cogido pronto. 

.. sus cabellos están hechos de la sensualidad más cara e intocable, coloca en sus ojos los días de la semana y espera la cita para volverse seda, princesa.

Cotidiana amiga de la luna. Acomoda piedras en su cama, en los espacios vacíos, para desbordarse en río cada madrugada.

Tocar los puntos frágiles de esa mujer que decide la soledad como estado civil, es lamer una desnudez que parece herida por el tiempo.

Desgarrada de pensarte, tu ausencia me duele. Como el frío que golpea cada noche a la luna, así duele. Te espero todas las horas, incluso cuando duermo.

No te hubiera dicho nada, mi primera palabra resbaló en tu hermosa sonrisa. Te hice mío y te colgué como un cuadro valioso, único y te atreviste a decorar mi casa sola, de vacíos muchos.

Adivina

 

Usted señor sabe que adivino sus historias
sus manías,
que toco su pelo con devoción
que conservo esa triste costumbre de pensarlo
que se deshojó con el viento

usted sabe señor
que me debe cada insomnio
que se durmió con mis ojos en sus hombros

Adivinó mis letras trasmutadas
en 
caricias
lamentos
golpes
cosquillas
besos
sueños 
y sin embargo,
se atreve a leerme.

usted sabe señor
que disipó mis fragmentos
abrió mis botones
y conoció a alguna de las que me habitan.

Dice usted que todo lo sabe,
que no hay alas
que no fuimos
que no hay señal, 
no hay cabello mío en su almohada
que estuve a sus pies
ese lugar extraño y poco gentil
para quererlo.
y los besos existían

no preocupa no estar a la altura de su mirada
señor,
si yo sé, que usted sabe lo que no sé.

mis letras son escritas 
para ser póstumas
son epitafio, canción de cuna,
mito, perfume
no versos, no se equivoque.

Amo lo que sabe
sin saber nada, del todo.

hablemos de lo volátil, no más de lo eterno.

María Cayo.

 

 

Amo

 

Amo lo que arrojas a mis hombros, para cargar metáforas por siempre. Beso grande a los que mueren de amor, a pesar de su inexistencia aparente. Gracias por compartir de ti, uno de tantos que eres.

Con el tiempo uno aprende a no echarle azúcar al café. Acercarse al fuego sin que arda la piel. A mirar la luna sin el gozo de convertir la noche en un acto cobarde, muchas horas y muchos nombres, se acumulan en una lista de imposibles y ya no sabes leer, desaprendes entonces los secretos de la nada.

*María Cayo C


impronunciable

 

impronunciable

 

Me duele la garganta cuando no me hablas.

Nómbrame como nunca, como siempre, con el viento,
deletrea mi rostro con el murmullo de las olas
soy tu niña, la que crece y tiembla a cada latido tuyo.

Dime entre las hojas arrastradas por el viento
cuánto me amas, hazlo cada vez que el sol aparezca
y cuando la luna se esconda, piensa en mí
estaré con la mirada al cielo, buscándote.

Besaré la noche y el día, buscando tu luz.


Odio la lluvia que te moja.

 Mis manos están cansadas de acariciar tierra y agua,

La despedida tenía un tono gris en tus palabras.

Rezamos una oración a tu dios y el cielo nublado nos murmuró que todo parecía inevitable.

Y fue inevitable.

¿te has ido con las gotas frías? ¿duele tu invierno?

ayer soñé que eras mármol, Apolo.

Acaricio tus restos como a un milagro (uno que pueda tocarse con nostalgia) amor... la huida dejó polvo en los ojos. 

Los que te aman.

María Cayo

tak tak

 Amo 

cuando las paredes 
de mi solitaria habitación, 
oyen todo lo que escribo,
tak tak tak suenan las teclas,
tu- tuk, tu - tuk,  tu- tuk, 
murmulla el corazón.

Estar solo

 

Estar solo

 

No muchos resisten estar solos,

se necesita tener un animal dentro, feroz
construir de lunas rotas una noche común
suplir antojos, quitarse dudas y la ropa.

Abres los ojos a la vida y ya estás solo 
se coincide con solitarios cotidianos, 
se aprende su idioma, para no hablar con nadie
acumulas palabras si no hay almohada.

Se necesita una técnica eficaz,

que disminuya suspiros y sonrías al espejo
imagines amigos o tomes café contigo,
Llenar de habitantes secretos el ropero
vencer emociones submarinas o el ego.

los solos, imaginamos vivencias
y apilamos rostros en la alacena
sonreímos como pobres idiotas
y echamos raíces en la espera de un alguien...
algunos hacen poemas, una canción, 

un cuadro, un dialogo brillante o miserable.

Tragicomedia deliciosa,
donde eres protagonista y antagonista,

y ni la soledad es tu amiga, pero aplaude siempre

para que no te sientas solo, la muy hija de la chingada.



María Cayo

 


Soy la desposeída

 

Soy la desposeída


Una que muere entre sus propios cadáveres.
la que no odia ni ama, esa soy
Desvalijada de toda emoción,
mirando los calendarios sin prisa, ni calma.

Ni llena ni vacía, siempre es nada, 
desprovista de tu beso y tu carne
cuando veo un colibrí, veo tu rostro
cuando veo un cactus, también,

un paisaje, un salero, estás.

Cansa no poseer nada tuyo
ir así, por todos los caminos
con las uñas pintadas y las manos vacías de ti
soy la desposeída,
despotricando contra la lluvia,
el viento, el invierno que no te trae en su frío...

Privada de ti, como el hambriento,

sin pan, ni cobijo y tampoco me queda el tiempo

que me deshabita cada segundo, de los mínimos recuerdos.

María Cayo.