La
herida
Del fondo del silencio,
se gesta a tiempo
en la cadencia indecible
estalla de la semilla
y sin daño alguno, brota.
Se reserva inmaculado
para rebullir lentamente
y ser el canto alegórico
de lo triste y amado,
lo roto, lo aguerrido, lo falso
soñado nacer de luces
anidado en las manos.
Crecer entre la pausa,
como el instante exacto
en medio de hoja que cae
y el árbol que envejece...
hallarse poco a poco
caminando por sí mismo
y en cada paso firme
la agorafobia necesaria
para ser un poema vivo.
María Cayo
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