Nunca aprendí
Nunca aprendí a leerte
o dibujarte en trozos geométricos
y en mis propios embustes
me conté de tu presencia
Nunca aprendí a contarte una trampa
o el cuento de las mil noches
ni hacerte una historia precisa...
Me aprendí cada letra de tus ojos
e hice mía una mirada tras de otra,
para no saberte lejos, hice el verso-beso
Aprendí a escribirte,
nunca aprendiste a leerme,
este espacio conmigo, florece
es llenado de tu ausencia,
y te quiero mucho menos.
Tuve que serte infiel,
con la propia metáfora inventada.
*María Cayo.
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