Instante de loca


Por la tarde insustancial,
rescato un vals en mi mente
y gira la vida, gira, gira...

El reloj, las paredes
mis pensamientos giran
tomados de la mano, 
sin ritmo ni lucidez, bailo

sin música, ni risa, sin voz propia
entrego mis motivos al viento
y escucho murmullos,
y mis amigos  dementes
se ríen, juegan conmigo
y el miedo despierta
a los que tienen miedo,
y giro, giro, giro 
para volver a estar triste,
y contarle mis historias
a mi corazón insensato.






María Cayo

Eterna Inconforme


Vocifero al agua, a la luna,
al pan dulce, a lo que sea.

Eterna inconforme,
odio los milagros ocultos
el aquí y ahora, la buena vibra
una rodilla herida sin propósito.

Eterna emputada, inconforme
la mano vacía en un bolsillo,
como poema sin alma, roto.

Tanta lágrima en la ventana
de lluvias inútiles, que sueñan
y resbalo con ellas de madrugada.

Eterna indignada, inconforme
sin niña de mi infancia, ni hambre de nada
con la muerte en el puño cerrado
golpeando una puerta, desesperada.

María Cayo




Las alas de la noche


La noche perdió la luna,
tenía un ala herida 
parecía una bruja triste
o papalote roto.

Un colibrí la encontró,
le contó de un cielo suave
de mañanas descubiertas
entre sol y ruido.

Él le prestó sus alas
pequeñas y frágiles
y ella voló por insomnios,
sintió la libertad en el aire
alimentándose de flores
de nostalgias y un café dulce
esa madrugada.






María Cayo