Arena

Tengo un cuerpo, 
posee cierta entidad intangible
y en el fondo de mis pieles,
suena mi nombre con tu voz
llena mis silencios y océanos
sin ninguna palabra suave.

Tengo un cuerpo besado
y carga en la espalda tu saliva
como un líquido evaporado , 
tatuaje que arde sin caricia…

Las manos metidas en la arena,
miran el tiempo,
deslizándose entre mis dedos
cual mar embravecido
y tu música que me sigue a todos lados,
danzando con la vida, con las olas
un canto tan triste.

María Cayo

Desvelo

Cuando nadie queda despierto
comienzo a caerme lento,
en este caer siempre
de la oscuridad al alba
cuando la flor desfallece,
cuando crece la nostalgia
por aquello de no verte.

María Cayo

...


quiero tus mañanas,
para que te quedes, aquí
en mi  natural amarte
en mis ramas largas…
brazos solos que se caen rotos,
se caen marchitos, 
se ocultan en este lugar tuyo de siempre…
mi piel de bosque, de árbol
de secretos varios.

María Cayo

Armario

Si pudiera colgar en mi armario todas las palabras de amor que han salido de mi boca, observarlas así, coloridas, organizadas por sueños, por ocasión y por otoños, les prendería fuego, después de oler en cada prenda, al roce de mi desnudez, las metáforas escritas en miradas.

María

Agua de charco

Mi agua vive serena, en el charco
en la calle sucia, en el patio
nada la conmueve
encerrada en sí misma para ser pisada
o bebida por algunos pájaros.

la  golpea  tu lluvia
y en su quietud, tristea un poco
por ser charco, por evaporarse
así, sin remedio.

Agua sucia, callada
duele ser un río que no fluye
un océano pequeños, caído
un lago oscuro, sombrío

cae el agua de tu cielo a mi suelo,
con la esperanza de volar
a nuevas nubes, menos crueles.

María Cayo

Sin posibilidad alguna



No hay aproximación 
ningún camino me conduce a  tu cuerpo
es accidental esto de extrañarte
una pasión furiosa y desigual,
debe ser acallada por las horas que perdimos,
un amor abyecto, servil, áspero
un herido de muerte que  debe  morir  ya.

Fuiste un incidente maltrecho,
te mimo sin cordura, sin ánimo, por costumbre
abrazándote con desventura  y cortejo
en mis sueños sostenidos por  la nada

...estos suspiros que se revelan en tu contra
te detestan, se resignan, te rechazan
tocan el orgullo con una veneración aburrida
asintiendo al olvido tu mirada dominante.
ya no hay más…
desintegro los besos en mi mente
y te atesoro en una esquina, un rincón, 
uno sagrado de mis recuerdos y libros,
los que ya no toco, de tantos leerlos.

María.

La monja



Oraba diminuta, casi a gritos
con una fe acendrada
sin disimulo, para no ser mujer,
de rodillas ante el altar de su sacrificio
aguardaba la hora císpide de la noche
para adulterar su espíritu menos solemne,
y entegarse al rito libertario
se avecinaba la lujuria, la no acentuada
la  menos inmaculada, sin aplauso
agitaba su mano en un templo sagrado
bajo el techo callado e inmóvil
culposo, vigilante, vouyerista...
un orgasmo denegado se asomaba 
con el índice persignador,
los aromas a incienso y madera
se mezclaban con uno ácido y dulce
aroma milagroso en el vestigio de su cuerpo
no abría los ojos, para no llorar por los pobres
una cruz permanecía sorda y ciega,
con una mudez que amedrentaba
incluso a la luna, al frío viento, al silencio
palabras no dichas y caricias no públicas
que la echarían del paraíso prometido
con todo y piel embestida
con todo y alma  buena.

Se lava las manos y toma un rosario
se avecina la culpa, mordaz
agria, sarcástica, rigurosa, dura
como parte del ritual conseguido en minutos
en lo oscuro de la celda, de su centro
ella  gemía de placer, ella gime de dolor
y regresa  a orar con más devoción que nunca.

María

Amando menos..

Una mujer vieja ya no tiene paciencia para esperar un amante inolvidable, es mejor, con cigarro en mano y un café caliente escribir de recuerdos y olvidos. Hacer la comida y tejer una bufanda.

Una mujer vieja y sensible, ya no tiene ganas de pedir caricias, surge el toque de manos en el cuerpo, corroborando que todavía siente un mínimo temblor. Cuando deja de llorar.

Una mujer vieja, sensible y soñadora, rompe la norma para enamorarse, lo hace en silencio, para que nadie se moleste, va serenando esa bestia inconforme que le grita soledad.

Los años me han dado sabiduría, ya cada vez voy amando menos.

María.

Seamos limosneros



La mañana aparece con hambre,
la mujer sale a trabajar sin mirar al cielo
y tiene hambre,
no tenía dinero para mirar arriba, llora un poco
la nube desaparece, se la comió el viento,
el vagabundo en la esquina, pide unas monedas
quiere comer, tiene hambre.
el profesor limosnea un poco de atención,
nadie lo escucha, todos tienen hambre, 
incluso él.

Un político llega al poder, porque su hambre es mucha,
por la avenida, un grupo de locos se manifiesta
por un hambre del grito, hambrienta garganta, hígado...

el río se come a los peces, 
los peces ya habían comido el océano,
el colibrí, la rana, el gusano y la pulga del colchón.
Todos tenemos hambre.

Hay poca comida, hay muchos hambrientos
 y el poeta come lunas, mariposas, besos,
 traga lo que se encuentra a su paso, 
come tanta letra cuando no queda nada en la mesa.

Las señoritas comen orgasmos, gimen
para cuando la sequía llegue...
algunos hombres comen soledad y  ensalada
e intentan saciar las ganas.

Todos tenemos hambre, 
la vida no es tan apetitosa, dijeron...
hay  vacíos en el estomago  que no se llenan.

Duele la hambruna.

...el reloj, tiene hambre de tiempo,
los humanos devoran el mundo, 
comen papeles, máquinas, frutas, caricias
y siguen con hambre, comen recuerdos, chatarra,
galletas y café, comen nostalgias y verduras

yo muero de hambre, en este marzo comeflores
tengo muchas hambres en el alma.

Todos pidamos limosna, ¡seamos limosneros!
vayamos a la calle y cada quien, por turno
espere su comida  o lo que sea.

María.

Oculto

Me duelen los nudillos de tocar  tu ventana,
algo grande,como una ola de mar grande
habita  mis ojos y garganta,
estoy cansada, mis brazos caen rendidos,
debajo de este árbol de peras
sin peras y sin hojas.

A merced de una llave perdida,
adivino tu boca, la delineo…
a través de los barrotes  oxidados
y  tus muros graffiteados de poemas,
de tu cielo alejado de mi mano,
te busco
como avioncito en el aire,
que no alcanzo.

No logro filtrarme con la luna,
a ningún rincón de tu cuerpo
exhausta de tanto viento frío
de tanta lágrima oculta,
de tanto esperar a que abras.

Ocúltate bien ahora,
en tus desiertos tan poblados,
en tu casa cerrada, en tu silencio
en tu hierro forjado.

María Cayo

Hey!


Refrescame la memoria ,hombre,
dime si sigue latiendo tu alma
si tus manos tienen  cinco dedos,
si la vida está llena de sueños.

María Cayo

Noche con Gelman

Un hombre,
con clavel en la solapa
tocó la puerta...
una mujer
salió de casa sin sostén, 
sin alma ni maquillaje, 
llevaba un cuerpo para tocar
unos cigarros en la bolsa y un libro de Gelman.
también traía bajo el brazo
una moral distraída.

el naufragio los llevó a un motel
manicomio de hambrientos
que comían la noche en pedazos
en el pasillo, silencio y gemidos
un cuarto habitado con la desnudez de ambos.

Sobre vacíos existenciales,
sobre sábanas limpias, se besaban
cita a ciegas, de ciegos
mudos del corazón,
una palabra susurrada: orgasmo
y los aromas varios, desangrados
morbo mezclado con fluidos…

él
se despidió de pronto,
ella 
encendió un cigarro,
abrió el libro y se puso a leer a Juan.

María.

Te poseo

No invado tus espacios, 
es aquí en el mío que  te lleno los ojos
con mis palabras cursis y obsoletas,
porque pienso en ti y lo sabes,
porque me leerás un día, y lo se.

Pisas con tus pasos cada letra
y tu nombre es el fondo musical
y la mariposa que con el ala rota
se planta en mi ventana, aburrida
sigue tu cuerpo en tus calles solas
vuela alrededor tuyo, danzándote
como un vestigio extraño, de que fuimos
algo distinto en lo ordinario,
un suceso común, una noche simple
un par de extrañas entrecomillas del tiempo.

No borres lo que te digo,
guárdalo en todos tus frentes y tus lados
tatúa las formas imprecisas para decir que te quiero,
sin plumas brillantes y coloridas,
sin libros autografiados,
sin cuerpo sediento y afilado por la sed,
sin conocerte de adentro,
lleva contigo los círculos y cuadrados
los grises y los blancos de todos mis trazos y trozos

Abre el silencio en que te escribo,
acaricia la página, anda
para que no te mueras en mi poema,
para que mi resurrección sea tu minuto leído
te siento así, esperanzado,curioso
con una voz renegada y una lectura ávida
leyéndome, como un niño
es así que te entregas, aunque no me entiendas
aunque no lo desees, con morbo me buscas
y penetras en mi verso, beso, sexo
mírate ahora...te poseo, 
en este preciso instante, por completo.

María.

Puño cerrado

Cuando llegaste, 

teníamos ambos las manos vacías

tuve que irme de cada nudillo, de tu palma

aun guardo los besos en mi puño cerrado

como si todavía estuvieras,

como si mis dedos de causas perdidas

de caricias individuales,

te dieran nuevas bienvenidas,

cada vez que los miro...



                                                           María




Mis cabellos



Dulces hilos,
sogas,
cadenas,
serpientes,
raíces de árbol
quimeras...
amarrados a mi cabeza
como pensamientos 
que resbalan en la espalda.

Son palabras
despeinadas, no dichas
ideas negras y brillantes
se riegan por todo espacio permitido
vuelan sin alas
con el viento, tiempo.

Mis cabellos son recuerdos
los corto de súbito, como a mis rosales
para llorar menos...
cuando se me caen, me duele
voy perdiendo la memoria.

algunos siguen conmigo,
sobrevivientes al maltrato
vistiéndose de plata,
o nieve, aferrados
esperando su caída
o mi muerte.

María

Palabras

Hay palabras enmohecidas
hay palabras tristes
hay palabras aromáticas
hay palabras que se untan
hay palabras que se adhieren
hay palabras que se vomitan
hay palabras estúpidas
hay palabras inútiles
hay palabras costosas
hay palabras vulgares
hay palabras que sobran
hay palabras que acarician
hay palabras que seducen
hay palabras marchitadas
hay palabras excitantes
hay palabras vacías
hay palabras mentirosas

las tuyas amor mío,
tan esperadas por años
hoy ya no sirven para nada, 
sólo para llorar un rato 
y echarse a la basura.

María.

Anónimo



Cuidado al leer. Soy un poema anónimo.
Me oculto en este puñado de letras, 
como una muestra de libertad emocional.

Soy un poema virgen, inexplorado,
desconocido, innominado.
no lleva firma alguna, soy independiente
no hay nadie tras de mi,
me he escrito solitario en un ordenador, 
y no descubrirás el misterio, no hay tal.

Me gusta ser nadie, sin voz
soy un secreto mal dicho, para engañarte...
todos los poemas vivimos cierto anonimato
el amigo que nos crea, es enemigo a veces.

Nadie es perfecto, este verso es un animal
atontado y estúpido, no tengo rostro,
ni alma, ni orden, ni armonía, 
no tienes razón de leerme ahora,
soy un poema antinatural, soy del viento
carezco de ansiedad por que me mires,
puedes morir sin leerme, yo no.

no hay tormento, ni hilos negros, 
no hay codicia, ni precedente,
no transcribas en tu mente mi lugar reservado,
no te conozco, también te ocultas para mí
tu existencia y la mía, se toman de la mano
en este espacio frío de la vida,
en el que me imaginas con nostalgia,
soy un poema educado, insensato
me gusta fingir que me fundo contigo,
pero me eres ajeno, te anulo cuando quiero.

Soy un poema fuerte, 
resisto incluso, no ser leído.

Sin autor.

1

Envuelta en la misma de ayer,
cierro la ventana cuando el aire te nombra
hasta en lo inmóvil.

Y así pasan los días
doliéndome en la garganta
todos mis vacíos etéreos.

María Cayo.

Tu ceguera y la mía

Ser ciego, me hace un soñador,
cubro mis ojos con la palma de tus manos
y en lo oscuro,
me deshago de los detalles inútiles
indiferente a la crudeza de lo real
¿ real para quién?

He perdido la vista infinidad de ocasiones
veo lo que no hay y lo toco
difumino la línea de lo que es y no es...
incluyendo tu rostro 
que ya no distingo en ningún lado.

No eres el que todos ven,
y logro imaginar lo que imagino,
y miro cuando eres distinto
amo adivinar tu cara, porque nadie se percata
solo tu puedes verme a tientas
escudriñas en mis ojos las palabras
en lo irreal de los lenguajes.

Somos ciegos tan distintos.

Tengo una falta de visión 
cada noche, ceguera parcial
donde mis 4 sentidos se despiertan
todo lo veo a mi antojo
lo cuadrado es ovalado, lo negro azul
y tu no eres cruel
eres un niño
yo no leo mis poemas, los tiento
te encuentro en ellos
las letras hacen una fila atrás de la luna
¿puedes ver?

Tengo una ceguera feliz
cuando no te miro con tus ojos
sino con mi vista apasionada y borrosa
es ahí que te quiero,
Sucede que cuando uso los anteojos 
que me regalaste antes de irte
te veo tan claro, tan ninguno,
tan cualquiera.

No puedo verte, ni puedes verme
pero somos ciegos tan distintos.

María Cayo