Esperanza

 La esperanza mía

es flor ingenua,

que invoca lo eterno

antes del desahucio.


La paciencia ciega

-del que espera-

guarda en sus ojos

fe que nadie ve.


Un poema dormido

es la esperanza,

que quiere vivir

a pesar del deshielo,

aguarda la luna,

el más allá dela vida.


María Cayo








Tocar fondo

 

Tocar fondo


Ya no puedo guardar nada,

mis bolsillos, las alacenas

mis brazos, casa, memoria

se han quedado sin espacio.


¿En dónde te pongo,

para que no me olvides?


Tienes demasiados rostros,


eres mi deuda impagable,


el pecado inconfesable,


mi experiencia mortal,


¿amarte..? ¡qué molestia!



Te escondes siempre,


abajo del jardín,


en el fondo de mi alma,


hasta el final de la calle,

 

en la luciérnaga, piedra de mar.



Para no dejarte huérfano,


procuro encontrarte a veces


en mis latidos y horas, veranos

pero debo  confesar , amigo

que he tocado fondo,

y prácticamente desahuciada,

me decido a olvidar tu rostro

tu voz, tus imágenes coloridas,

tu café de la mañana y la risa,

pero así es la vida.


María Cayo











¿De dónde vendrá tanto llanto?

 ¿De dónde vendrá tanto llanto?


Me escondí los ojos para no llorar...

tragué con agua el desánimo cotidiano

y sin embargo, ya no pude contenerme

la presa , el río, liberó su caudal

cómo un hecho insólito, cuestionable,

algunos juzgaron la ultima lágrima evaporada.


He prestado mi cuerpo al espíritu,

mi voz al silencio

mi coraje a la serenidad

mi desesperanza al tiempo

sin embargo, me duele todo:

la humedad en los cuartos,

el cilantro caro, la blanca estatua

la soledad de la montaña, la línea recta...


¿por que me viene tanto motivo?


insuficiente decorar el desierto con rosas

colorear las máscaras y el árbol

-que nadie mire la luna con mis ojos-

porque dormiremos juntos mañana.


Este duelo callado, desafiante,

impreciso y largo como el pasado

se convierte en una presencia inútil.


Con una ropa desgarrada, enmohecida

que guardo hace años en un ropero sin llave,

me Invento palabras autocompasivas,

pusilánimes, mediocres, que se quejen,

es mi lengua la que quiere sacarlas a patadas


Pero el aguante contenido, casi rendido

y la entereza de mis pulmones,

inflaman mi garganta, la puerta del cuerpo

se me hace un nudo constante , permanente

y mis lazos, el suspiro que tose apenado,

la sal de mis pupilas, el gesto lacerante

reclaman su permanencia a toda hora.


Tengo que hacer espacio a otras penas,

y entonces lloro como el ciclo del agua,

con un sollozo discreto y casi invisible,

sin sonido de cascada, ni tsunami desastroso

simple , bobo, incauto y debilucho llanto

y en el dolor de mis fluidos, se va en olas

el hidrógeno, oxígeno y las pérdidas,

luego entonces, posterior a la subordinación

el corazón organiza los nuevos vacíos.


María Cayo.