Agua

 


 Agua

 

¿Cómo decirle a la lluvia

que por su líquido tiempo

-entre gota y gota-

los silencios cantan?

 

Que su tímida transparencia

me moja la nostalgia

como a la flor el rocío…

 

¿Sabrá el sereno río

que las piedras son recuerdos

y su brisa es un poema

cuyo dolor es palabra?

 

Y el océano   ¿sentirá

el alma de sus olas

cuando gritan de su pena

de soledades y sal?

 

Agua, agua, agua,

 de lluvia con destino a mar ,

no te guardes en montañas,

quédate conmigo a llorar.

 

Que la soledad es sal

y el huracán , suicidio colectivo

que se cansó de callar.


María Cayo





 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Relativo

 

Relativo

 

De la piedra, no saldrá el sonido del agua,

y no tengo alas en los pies,

 necesario, despertar a medio sueño

y observar la inconsciencia del fuego

que se viste de  luz o ceniza 

y  nos aleja del recuerdo pesaroso

en un tatuaje mental...

 

Un jardín florecido no es primavera,

ni será otoño, la hoja que cae,

es una aproximación del tiempo,

que alude a cierta realidad...

todo es relativo, amigo

y se calla,  se sueña, para no llorar,


Se nos regala la muerte una noche

que se acaba en las mañanas,

sin saber sobrevivir,

sin saber resucitar.

 


 *María Cayo.




 

 


Surfear

 

Surfear sobre la superficie de la web, como conocer el océano con la palma de la mano, solo quedan los ecos de voces distantes a la orilla de la playa. Siempre en soledad nos alejamos de nuestra arena... aferrados a la lancha, al barco, a la tablita de madera, sin rumbo. Náufragos que oran, cantan, lloran, escépticos que dejan mudas a las sirenas y delfines, matando peces a su paso, matando el tiempo de agua salada. Personas sin rostro nadan despreocupados, con un salvavidas enorme, saludan a distancia, y ellos a gran velocidad conocen la grandeza de los mares y se sienten dioses, dioses tan iguales, tan en redes. Yo me aferro a conocer lo profundo. Tanta vastedad me pone inquieta. Vengo de una soledad menos húmeda, sin embargo, te busco en el fondo para sumergirme contigo. No me gusta bucear en el anonimato, somos humanos con un nombre, con una esencia... ¡que arrecifes, perlas y corales me he encontrado!  Submarino con alma, los superficiales me causan apnea.



 

Adiós en Francés

 

Adiós en francés

 

Te fuiste

y ni siquiera aprendí

a decir "no te vayas" en francés.

 

en tu pobreza, mis alas

en mis alas, tu madrugada

la que sostenía insomne

con una sola mirada

 

el brindis de café

lo arrastró la nieve de París

 

Llévame a la India o

a tu piel erógena

que beso a distancia

no te pareces a nadie

y te busco

en cada cigarro encendido

 

raspaste hasta encontrar

la mujer más tierna

que no soy

y te la llevaste al sur

contigo

me dejas conmigo

en la noche más cruel

con el corazón negro

más triste que tú

el que tragó a sorbos

la tristeza guardada

el miedo a ser

 

ya no vengas

no hay sonrisa que ofrecerte

y el brillo que amabas

de los ojos para adentro,

es hoy un pardo gato

un hueco lloroso

una señora muerta.´

 

yo pensé merecerme

la esperanza

hacer lluvia de rosas

en el desierto de ambos

 

somos tantos momentos

y ninguno cotidiano

lo tangible fue el sueño

largo, largo.

 

¿en qué tierra te encuentro?

para borrar tu paso en

la vereda seca de tu pasado

 con besos en la herida

sanamos ambos

¿lloras cómo yo he llorado?

¿en qué idioma prefieres

que te olvide?

 

María Cayo








 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Tiempo, soledad

 

Tiempo, soledad.

 

Estoy impaciente,

fatigado de las cosas deseadas.

Decreto al universo tu beso

y no escuchas, no vienes

 hay amarres que se rompen

no hay hilo de plata, ni rojo, ni azul

-todo es agua y silencio-.


El tiempo me dirige su flecha

y me recuerda que estoy muda

soy un blanco desatinado

¿será una víctima, la palabra?


Hago figuritas de silencio

con el humo de cigarro,

para corresponder al espacio

tu en tu alma, yo en la mía

donde hemos quedado solos.


María Cayo





 

 


Los caminos

 

Los caminos

 

A veces creo que la vida es rara, 

abre y cierra puertas, muy suavemente.

Te encierra en un jardín de buganvilias

con la paz que que se viste de risa

y que luego contempla tu infierno

para ponerse a llorar.

 

Conozco todos los caminos

tan verdes, verdes de campos y piedras

y de solitarias calles anochecidas,

los caminos, son amigos imaginarios

se esconden detrás de ti, adelante

cuán duendes que no desean ser vistos,

no hay certidumbre en los pasos,

aprendes sus reglas sin mirar al suelo.


Caminas y cantas, deletreas un poema

y descubres que no sabes nada de la vida.


 Los caminos son las venas de los días,

nosotros sus células, sangre inquieta

deambulando perdidos en las dudas,

somos el colesterol, la hemoglobina

y nos detenemos en una esquina,

como si detuviéramos la muerte

y seguimos, sin embargo, caminando.


 


María Cayo.



Pequeña muerte

 

Pequeña muerte

 

La noche le dice al día:

"Descanse en paz" cuando muere,

 y el silencio, se abre a la oración,

 al secreto tan secreto.


La exquisitez toma un color pardo 

 el sol se esconde tras un gato,

algunos,  sacian de rostros

cada instante antes de dormir

sacian su sed con el tormento.


 El alcohol, la poesía, el recuerdo

 todo huele a desolación a la luna y a las dos,

 noctámbulos se desnudan en lo oscuro,

 se deshojan del árbol de las  rutinas,

 y cuando vence el cansancio...

desembocan como peces y algas

en un túnel de mares ocultos

y respiran y sienten y maldicen

analizan, escriben, vuelan

son lobos, astronautas, vagabundos

todos en el mismo océano, el inexistente

el sueño de la pequeña muerte.


María Cayo.








Somos dos

 

Somos dos.

Aceptémoslo, nos agrade o no, somos dos

dos cuerpos, dos personas, dos amigos.

dos solitarios, dos amantes, dos felices miserables.

 Tus ganas de todo y  y mi nada se encontraron,

tu espacio sin luna y mi fugaz estrella,

somos dos: el ruido y silencio,

tu risa sarcástica y mi lágrima.

Aceptémoslo o no, 

Eres la resistencia y yo el nobel de paz,

somos el anexo y el alcohol,

sin tomarnos de la mano, sin el beso,

ya no hay manera de no ser,

y somos dos sin suspiros innecesarios,

que se encuentran para ser uno,

un orgasmo vivido, un recuerdo malsano.


María Cayo




 


 

Mis adentros

 


Añoro tus últimas palabras,

que se llenaron de silencios...

he rasgado en mis adentros,

y no hay miradas qué recordar.


Guardo tu aroma y el calor de tus manos

en mi caja de los colibrís muertos,

Y digo que estoy triste

cuando intento restaurar en la mente

 este amor descompuesto, arruinado...


Fuiste frío y te extraño,

te deshielo y vuelvo a quemarte

estoy despoblada de rosas blancas

se me decolora el alma , cuando te vas 

y la lluvia, me canta tu voz

que se graba en mis venas 

y reproduzco de vez en cuando.


María Cayo



 

 

 

 


Debajo

 

Debajo de cada minuto

encuentro tus palabras,

mi cabello muere cada día

sin tus manos juguetonas,

sin que huelas su aroma.

Debajo de cada hora,

están tus ojos indiferentes,

y tu boca sin beso alguno,

estoy desamparada de tu sonrisa.


Debajo de los meses y años,

estamos hechos de paisajes

de etcéteras, de árboles quemados

de párpados cerrados, 

días nublados, de imágenes

vienen y  se van de golpe

a un espacio de tu cama

eres mi destino cuando duermes.

 

Debajo de las realidades,

 robo tu descanso

y como en bocados pequeños

cada sueño que te arrebato

 te poseo en la aurora 

y lloro, emocionada y tácita

por sentirme eterna en tu almohada.


María Cayo



 


Lluvia

 

Lluvia

 

La lluvia está llena de preguntas que caen.

Las gotas, duermen y caen desmayadas

No hay nadie más que el agua enojada,

Se escucha el diálogo frenético entre rayos,

oran a gritos, piden  a una respuesta.


Bajo la lluvia, 

sólo existe la palabra y el silencio

en un milagro de mundos caídos.

 

Un charco nutrido y solo,

contrae nupcias con la esquina de calle

moja solemne  las raíces del árbol seco

hasta que la tormenta pasa, muere.

"Después de la tormenta, viene la calma"

pero los humanos no tienen alma,

 manifiesta sus dudas, su esperanza

mojándose en sus funerales

hasta dejar su existencia evaporada,

sin aliento, mojados y rotos.


María Cayo



 


Sin posibilidad alguna

 

Ningún camino me conduce a tu cuerpo,

no hay posibilidad de retorno.

Digamos "no" al momento que no existe, 

nulo, cero, patético y degradado.

Extrañarte, es un accidente,  antojo

una pasión furiosa y desigual, injusta

fuimos resta, números rojos, perdimos,

un amor abyecto, servil, áspero, rudo

somos herido de muerte que debe morir ya.

 

nuestros besos,  incidente maltrecho,

parecían un meme sin ánimo, una costumbre

hemos tenido el mal hábito de coexistir

en un universo perpendicular, anónimo

vives en mis sueños sostenidos por la nada,

 viejos suspiros que se revelan en tu contra

te detestan, se resignan, te rechazan

tocan tu orgullo con una vela encendida

para que mires el océano desde el fondo.


Es lo que hay: menos que vacíos.

Desintegro los besos en mi mente

y te abandono en una esquina, un rincón,

más inútil que sagrado,

 debajo de mis recuerdos y libros,

los que ya no toco de tanto leerlos,

porque te sé de memoria.


María Cayo




El charco de agua

 

El agua


Vive serena, en un charco

en la calle sucia, en el patio

encerrada en sí misma para ser pisada

o bebida por algunos pájaros.


Agua sucia, callada

duele ser un río que no fluye

un océano pequeño, caído

un lago oscuro, sombrío

 

Se alimenta de lluvia,

le duele ser charco, lodazal,

y al caer la tarde, al finde la tormenta

se desvanece...

así, sin remedio.

 

Hay charcos que miran al cielo,

sueñan con ser células de nuevas aguas,

tienen la esperanza de volar, evaporarse

a nuevas nubes, menos crueles.

 

María Cayo




Oda a los sueños de viajar

 

Oda a los sueños de viajar.

 

Cuando niña, amaba soñar que viajaba,

los árboles mojados en mi jardín eran selva 

y el charco de la esquina, un océano

entre chocolates, suspiros  y pobreza,

la imaginación atravesaba las nubes

para descubrir lo que había detrás,

desde el sur hacia el norte...

 

Soñaba sin distancias fabricadas,

la colorida travesía de los aviones y trenes,

cargando con mis dudas culturales,

cepillando mis  felices cabellos matinales

que despertaban de  tierras ilusorias y firmes.

 

Por la noche, acomodaba en mi mochila,

las miradas curiosas de mi ser extranjero,

compartiendo con lejanos extraños,

una lengua tan distinta a la mía...

para luego despertar y devorar el desayuno.

Mis viajes de adulto son diferentes,

el mundo es menos mío, más de otros

y la libertad de tránsito no me sirve de nada,

porque he dejado de cerrar mis ojos en la azotea...


 En mis inviernos y noches oscuras,

me quedo sedentaria sin mirar a la ventana,

sueño que el mundo es mi habitación,

y mi almohada, triste frontera.

¡Brindo por mis viajes que no hice!

y lloro por los sueños de niña,

que no volverán a ser eternos.

 

María Cayo.



La noche

 

La noche, mujer pequeña,

se sienta y me mira, como igual,

con su perfume a rosas,

mirada luminosa, anónima

y un magistral silencio eterno.

 

La noche es una ventana a la calle,

prostituta de piernas abiertas,

 musa de todos los poetas,

es una taza de café que cuenta historias,

es un alma rota, una copa derramada,

la media luz del insomnio, pereza,

la noche es la cama del obrero,

la cena fría, ausencia de luces,

No es "el noche", no.

La noche es una mujer,

o  todas las mujeres en una,

amiga de las eternas:

vacía, llena , triste, enojada, excitada.


María Cayo




 

 


LM

 


luz

Libro

Libre, libélula

Lascivo, lubricante, lamido

Lomo, luminoso, literaria , laceración

Leche, lacrimógeno, lámpara, lástima, lenguaje

Liviandad, líquido, lechuza, lectura, leve, largometraje

Me encuentra, me busca, me seduce, me eleva, me calma

me moja, me seca, me sube, me baja, me enloquece

me encuentra, me pierde, me toca, me nutre

me lee, me aprisiona, me abandona

me cansa, me ciega, me ríe

me llama, me dice

me miente

mío.


María Cayo


 


Zapato

 

Tengo un zapato perdido, es como yo: se pierde para ser buscado. Tiene una extraña costumbre de refugiarse en un rincón debajo de la cama, para estar solo. No está. Está fatigado de cargarme, supongo. Algo molesta a mi zapato extraviado, me lo ha dicho mi pie derecho, dice que el dolor le viene de mis pasos confundidos y nostálgicos. Es un pobre zapato viejo, único e irrepetible, barato y de mala calidad,  probablemente tenga resaca o fue discriminado, anoche llegué ebria y lo pisé sin querer y no aparece, levantaré una denuncia. Sin embargo, tengo un zapato negro en mi pie derecho, es un huérfano de compañero y yo, una mujer incompleta. En mi sube y baja, también baja el tono de la esperanza, no sé si he de encontrar quien cobije o proteja a mi pie izquierdo. El frío llega, inicia en la punta de mi dedo y se recorre a todos lados del cuerpo. 

Basta de bromas, díganle que aparezca...que lo extraño, no me resigno a andar descalza por los caminos de mi historia.

María Cayo



 

 


El amor busca

 


El amor me busca,

siempre me busca en cada letra de poema

en cada copa de vino,

me busca en la calle sin nombre

en la boca de la noche

en el umbral de la mañana

en un puño cerrado

me busca en los océanos profundos

en las fronteras invisibles y solitarias

en la hoguera de corazones vacíos

en el teatro y biblioteca

en el salón de clases y en la calma

en la tristeza ahogada en llanto del niño

en una casa cerrada con candado

en una playa desierta

en el café y en tinto

en el vodka y el tequila

en la copa vacía, en el infierno frío

en el cielo cálido, en el zoológico

en el tranvía, en comercios de chatarra.

es necesaria su búsqueda, pero

es ciego y sordo, no escucha mi murmullo

¿no lee? ¿no mira? ¿no oye?

díganle que aquí estoy

donde está lo pequeño y lo tímido

lo escondido y lo orgulloso

llena de mil palabras en silencio

con la esperanza fallida,

en una casa rota... sin alas.

Digan pues, que ya no me busque

porque ya no quiero que me encuentre

es tarde, y se ha ido el frío.

 

María Cayo.