Búsqueda


Te busco en todos lados,

Incansablemente te busco

planeo  las palabras que te diré

 te nombro en mis madrugadas

aunque no te vea.

 

imagino tu malhumor,

 tu rodilla izquierda, tu cansancio

y me conformo con imaginarte

al pasar por mi calle.


 

Y digo que eres tú. 

 los  pájaros vuelan  cerca mío

me dicen ‘hola’ y vuelven a su lugar, 

Y te llamo  y no estás,

no sabes que te busco.

 

Mira que estoy solo 

y estoy cansado de caminar

mis caminos no llegan a ti,

y la fe me ha roto la vida.

 

María Cayo







sangre


Todas las horas son rojas...
un asesino vive en mi vientre,
soy su víctima mensual,
y la  tortura de mi alma rota
dura algunos días eternos
y  se guarda silencio inevitable
que revierte el arco de la sonrisa
a la mujer inenarrable que soy.

Enero, Febrero, marzo, abril
todos los meses se muere un poco
y la inercia ineluctable , duele
condición que no se reclama
pero que inflama, carcome, ensucia
lastima, soborna, hiere, tiembla,
sofoca, abruma, angustia, derrite
rasca y esperas como un príncipe azul,
que termine algún día.

Aquello de ser mujer, mata.


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Lo encontré y sumamos dos
Dos amantes, dos amigos,
dos  desconocidos, dos alas, 
dos brechas que se unen,
dos olas de mar, dos salivas.
dos pesos, dos noches, dos...

Sin buscarnos en un océano 
mar de personas en el uni-verso.
remojamos emociones olvidadas
y llegamos tarde y lejos, lejos...

Juego de distancia, ser y no ser
te enredaste en mi mente deshabitada
desde tu espacio web secreto, efímero
mi hombre imaginado,  sueño de color
como tesoro enterrado a kilómetros,
y era para mí, su insomnio aburrido
en mi jardín de cactus, sin frutos.

Y a la distancia el beso, sin beso
la caricia sin manos...
recostándome en su hombro derecho,
con la ilusoria sensación del amor eterno.

María Cayo





Mi niña


Aguardo la hora de la nostalgia, callo
 hasta que  tus ojos no miran nada
 miro tu sueño de princesa rota,
tus mejillas sonrosadas por el llanto
y  tu pelo, aroma de caramelo
se mete entre mis  dedos cansados.

La pelota y el columpio, tu  rostro que amo
se mecen sobre un delgado hilo
ojalá pudiera guardar mañanas distintas
en tu almohada tibia, en el brillo de tus ojos
en tus pies frágiles, pasos.

Mi niña,
no hay manera de cubrirte de las  lluvias
 Sólo tengo dos brazos en el cuerpo.
No  quiero desvanecer  tu arcoíris
esa sonrisa en tu cielo, nubecita
no encuentro una posición certera
dentro, fuera o a la izquierda de tu infancia
y mi voz quebrada ,sola
te lleva por mis caminos, a la espalda
como un colibrí  hermoso, amputado
que no necesita dos alas.

Miro tu sueño de princesa rota
buscando la estrategia, de dulce convencimiento
de que en  mis fragmentos y los tuyos
ya no hacen falta piezas.





Tú, mi poema


Eres un  poema que no terminé
de madrugada ampliaba mi lenguaje
y buscaba las palabras tuyas 
y te traducía, limaba cada letra
para cortar la metáfora de distancia
mientras servía el café.

Sacudía, limpiaba. restaba líneas
y te hice una pregunta retórica
que no respondiste a tiempo,
los sonetos y las odas, el epigrama
 se convertían en el epitafio sugerido
y escribía, escribía escribía

Con elegías, nocturnos y buen vino
salieron de tu espalda enormes alas
y llegado el momento perfecto
hicimos  caligramas con el cuerpo..

Romance sin rimas, sin medida
sin sílaba, apenas nuestros cuerpos
siendo breves y justos, 
cual hai-kú que se desprende
al mirar con dulzura y lujuria
tu verano florecido en mi sexo.

María Cayo