Tiempo,
soledad.
Estoy impaciente,
fatigado de las cosas deseadas.
Decreto al universo tu beso
y no escuchas, no vienes
hay amarres que se rompen
no hay hilo de plata, ni rojo, ni azul
-todo es agua y silencio-.
El tiempo me dirige su flecha
y me recuerda que estoy muda
soy un blanco desatinado
¿será una víctima, la palabra?
Hago figuritas de silencio
con el humo de cigarro,
para corresponder al espacio
tu en tu alma, yo en la mía
donde hemos quedado solos.
María Cayo
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