Debajo de cada minuto
encuentro tus palabras,
mi cabello muere cada día
sin tus manos juguetonas,
sin que huelas su aroma.
Debajo de cada hora,
están tus ojos indiferentes,
y tu boca sin beso alguno,
estoy desamparada de tu sonrisa.
Debajo de los meses y años,
estamos hechos de paisajes
de etcéteras, de árboles quemados
de párpados cerrados,
días nublados, de imágenes
vienen y se van de golpe
a un espacio de tu cama
eres mi destino cuando duermes.
Debajo de las realidades,
robo tu descanso
y como en bocados pequeños
cada sueño que te arrebato
te poseo en la aurora
y lloro, emocionada y tácita
por sentirme eterna en tu almohada.
María Cayo
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