Amando menos..

Una mujer vieja ya no tiene paciencia para esperar un amante inolvidable, es mejor, con cigarro en mano y un café caliente escribir de recuerdos y olvidos. Hacer la comida y tejer una bufanda.

Una mujer vieja y sensible, ya no tiene ganas de pedir caricias, surge el toque de manos en el cuerpo, corroborando que todavía siente un mínimo temblor. Cuando deja de llorar.

Una mujer vieja, sensible y soñadora, rompe la norma para enamorarse, lo hace en silencio, para que nadie se moleste, va serenando esa bestia inconforme que le grita soledad.

Los años me han dado sabiduría, ya cada vez voy amando menos.

María.