La noche perdió la luna,
tenía un ala herida
parecía una bruja triste
o papalote roto.
Un colibrí la encontró,
le contó de un cielo suave
de mañanas descubiertas
entre sol y ruido.
Él le prestó sus alas
pequeñas y frágiles
y ella voló por insomnios,
sintió la libertad en el aire
alimentándose de flores
de nostalgias y un café dulce
esa madrugada.
María Cayo
No hay comentarios:
Publicar un comentario