Te exonero
Siempre sospeché que tu
beso era incierto, que detrás de tus palabras húmedas y en movimiento, sólo
existía la nada. Una noche, tus ojos parecían alimentarse de los rayos de luna
que caían sobre mi rostro, como resbalando a un abismo. Tus pupilas las
encontré en medio del sudor y cansancio posterior al encanto de los cuerpos. Es
fácil que un ciego imagine cosas, me he perdonado por eso. Qué lindo saber si
un día me leíste como a un libro, tal vez estoy escrita en braille, no te
culpo. Te exonero de mí a cada instante.
María Cayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario