Necesito un doctor
Hay
bosques que soltamos sin piedad,
…
el clima parece esquizofrénico,
y
danzo con el pánico en las mañanas
una
canción que no quiero aprender.
En
forma tímida, me asomo a la ventana
y
la vecina se esfuerza en darme una sonrisa,
yo
la quiero, con cualquier estado de ánimo,
digo
que se sonríe, pero no la veo…
ambas
cubrimos nuestra boca
para
no asfixiarnos entre dos melancolías.
Todo
es distinto (al menos puedo oler)
¿qué sería de mí sin recordar tu
aroma?
pero el patio huele a una rosa sin
espinas,
el resto de la casa a libro viejo
y húmedo,
a un gajo de naranja, a
cerveza ácida,
a gota de lluvia que resbala en un
hombro,
a tabaco olvidado en un cenicero,
a café
a líquido bendito de
mujer, a un poema inconcluso,
a pimienta, a soledad, a alcohol
sanitizante.
Tengo serias
dificultades para olvidar
necesito un psiquiatra,
un nefrólogo, neumólogo
es
que al aire no me alcanza, ni tu cara en mis riñones,
y
digo que estoy triste, me falta la vacuna
un
antídoto para normalidades menos nuevas,
esto
cansa y enferma, mis brazos caen rendidos,
debajo
de este árbol de peras,
sin
peras y sin hojas, confinado en el patio.
Me
duelen los nudillos de tocar tu puerta,
se
asoma Susana y ni es sana, ni su voz
ni
su distancia- vamos a alejarla a kilómetros-
y
me quedaré contigo, en tu casa,
en
tu silencio, cubriéndonos la boca
de
lo que era normal ayer,
cuando
no estábamos ni tan muertos,
ni
tan solos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario