Eres cada una de mis mujeres pálidas
Y me sonrojas
Das color a la piedra
La del origen del agua, entrepierna
Y las palabras mudas
Permanecen a flote
En el filo de la puerta
A espaldas de dos
Que no comen
Ni beben
Ni duermen
Con ojos cerrados en las ventanas
Meciéndose en la hamaca
Tejida a destiempo
Sin saber por qué
Ni cómo
Observados por un techo real
Como dos amigos contándose historias
Alrededor del fuego,
Sin quemarse, sin frío
Haciendo de un sueño la risa…
Desnudos.
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