Un hombre,
con clavel en la solapa
tocó la puerta...
una mujer
salió de casa sin sostén,
sin alma ni maquillaje,
llevaba un cuerpo para tocar
unos cigarros en la bolsa y un libro
de Gelman.
también traía bajo el brazo
una moral distraída.
el naufragio los llevó a un motel
manicomio de hambrientos
que comían la noche en pedazos
en el pasillo, silencio y gemidos
un cuarto habitado con la desnudez de
ambos.
Sobre vacíos existenciales,
sobre sábanas limpias, se besaban
cita a ciegas, de ciegos
mudos del corazón,
una palabra susurrada: orgasmo
y los aromas varios, desangrados
morbo mezclado con fluidos…
él
se despidió de pronto,
ella
encendió un cigarro,
abrió el libro y se puso a leer a
Juan.
*María Cayo.
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