Quizá el sol acelera su tristeza, no sé.
He regado con un poco de lágrimas a la duda,
el cielo luce estresado de tanta nube,
es posible que vierta su líquida angustia al suelo
hasta que la verdad y la calma, florezcan.
Los poemas me sirven de abono a la fe.
¿qué sería de mí , sin hablar con las rosas?
¿sin esta taza de café casi frío y oscuro en su interior?
Surge tanto miedo del tiempo que se va,
y nos surgen espinas, para defendernos del otoño.
Hemos de ser desierto alguna vez,
hasta que la calma y sus amigas tan calladas
nos recuerden que ningún jardín es eterno.
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