Amigo:
En esta noche húmeda, cuando el viento regresa al compás
del silencio tan debajo de la lluvia y
leo tus poemas, me pierdo y me encuentro, me emborracho y leo, vuelvo a leer
refrescándome con la única cobija que cubre a los poetas, imagino tu rostro
cuando escribes.
Pareces un viajero de todos los años, de todos los
sexos…el que depara y adivina, el que predice y acerca o aleja el objeto más
cercano, si tus manos hicieran palabras, serían mariposas, si tu abandonado
tiraje de libros no publicados permaneciera solitario en un estante, podría
gritarlo todo.
Tus letras viven en un paisaje de colores: satinado,
marrón, gris y sepia.¿ te atreves a pedirme un título ,cuando el espejo, la moral, el cielo, la soledad, la sirena, el
beso, el agua el agua tonta, las luces y el vacío, la plenitud del verso, el
soneto y mi nombre se encuentran fusionados en un mar de túneles tan tuyos?
Te duele, te paras, pides, jadeas, te sientas, lloras,
caminas, cantas, te detienes, te fatigas y todo es un título. Al pensar en el
nombre que nombre, termino por no saber ni el mío.
Pienso en palabras cuando te leo: duda, perplejidad,
lívido, tenue, viaje, espejo, camino,
brevedad, espacio, pero ¿ un título? Quizá sea lo de menos. Una repuesta corta
a una mirada literaria tan larga.
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